La imposición de la ceniza es un gesto que expresa el deseo de la conversión y la voluntad de una renovación pascual. Tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. La Iglesia lo conserva como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal.
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